18 de julio de 2010

El desdibujado margen de la ley



Durante su periplo y hasta su despedida, The Shield fue la hermana pobre, triunfando en su pequeña cadena de cable pero viéndose superada en popularidad por muchos productos que adolecían de males por los que esta producción pasaba de puntillas, y es que si hay que darle un adjetivo a la serie de Shawn Ryan es el de excepcional. Nunca antes se había tratado con tanta dureza el comportamiento de la raza humana en un serie de televisión, sin edulcorantes, sin moralina, nunca antes nos habíamos posicionado del lado contrario, del margen, y siempre habíamos visto como al llegar a casa se sucedían las palmaditas en la espalda y el amor incondicional de una familia, el núcleo más importante de The Shield, que nunca ha llegado a responder según los tópicos de lo establecido. Crudeza en estado puro.



Durante sus 88 episodios nos encontramos con Vic Mackey (un inconmensurable Michael Chiklis) un policía atípico que en su espiral de autodestrucción arrastra a su equipo de ataque hasta la corrupción más depravada y la identificación más furibunda de parte del espectador, que sabe que su protagonista es el antagonista, pero que tiene el alma en vilo cada vez que hay indicios que Vic está apunto de dar con sus huesos en la cárcel de forma definitiva. Pero no todo es reprobable, Mackey es un abnegado padre de familia que deberá luchar por ese complicado núcleo familiar que irá desmoronándose al mismo tiempo que sus fechorías aumentan, al igual que la relación entre los demás compañeros de la cuadra, y sobretodo de las autoridades en ella, que intentarán darle caza. Antes de Dexter, Vic ya nos había hecho empatizar con un criminal que no duda en matar a sangre fría.



Destacan además, por su complejidad y por la construcción de sus personajes durante los siete años que se mantuvo en antena la serie, Claudette Wyms con una soberbia CCH Pounder, Dutch Wagenbach como el contrapunto perfecto ante la dureza de esta con un divertido Jay Karnes y un revelador Walton Coggins que consigue pulsar su personaje hasta teclas que, de primeras, pensaba que nunca podría llegar. Pero si en algo también fue novedosa The Shield es convencer a notables figuras del celuloide para que interpretaran personajes regulares en la serie, en la cuarta temporada tuvimos a Glenn Close, y claro ella es Dios, aunque los episodios en los que participó no estuviesen a la altura, en la quinta y en la sexta también destacó Forest Whitaker de forma excepcional con un personaje obsesivo que nos dio los mejores momentos de tensión de toda la serie.


Y es que la trama, que decae en determinados puntos de la acción, es en general adictiva, y su mezcla de historia clásica continuada con la mezcla de procedimental en cada episodio da una nota fresca a la constante vida al lado del precipicio de los protagonistas. The Shield tiene muchas virtudes y algunos fallos, pero se encuentra muy por encima de la media, siendo un paradigma de la mejor televisión de esta década que está a punto de cerrarse.

Pionera, atrevida, cruda y consecuente es una verdadera lástima que no existan más producciones televisivas de estas características. 1/4 de las cuatro grandes “The” finalizado.

4 comentarios:

satrian dijo...

Tanto las intervenciones de Glenn Close como la de Forest Whitaker me gustaron mucho.
No tuvieron miedo de tocar temas muy duros, o poner escenas con la misma dureza, un heroe corrompido con el que empatizas, personajes completamente odiosos como el que recrea Walton Goggins, me queda muy poquito para acabarla y ha sido una gran experiencia.

OsKar108 dijo...

Aún la tengo entre las pendientes :(

¡Saludos!

Nahum dijo...

Excelente.

Citas un punto clave para la serie: logramos empatizar con Vic precisamente por la complejidad moral de la serie, digamos. Es un tipo detestable pero nos "reconforta" de alguna manera que limpie las calles de escoria. Y, además, siempre le vemos como un devoto padre de familia. Llega un momento en que ya no se sabe si hace las cosas por sus hijos o solo por sí mismo, pero sigue consiguiendo esa empatía. Hasta Shane, que crece como un jabato a lo largo de la serie, acaba poniendo un nudo en la garganta en ese espectacular y tensísimo episodio final.

Ya sabes que me gusta muchísimo, por eso hay algo en lo que no termino de coincidir: de las grandes series, me parece la más compacta. Vamos, que es de las pocas series que no creo que tenga episodios débiles o de relleno. Sin altibajos gracias a su mezcla de serie y serial (eso sí, ya lo hablamos, creo que la cuarta es la que menos fuerza tiene, precisamente porque el Strike Team carece de la agobiante presión del enemigo interno).

Grande Seriéfilo.

seriéfilo dijo...

Satrian: Esperando estoy que cuentes tus impresiones finales cuando la termines. Shawn Ryan ha entrado en el olimpo con este serie.

Oskar: Te la recomiendo encarecidamente, de lo mejor que puedes ver, a tu ritmo porque ya está terminada y con la ventaja de saber que no decepciona.

Nahum: Quizá es que como he visto la serie en un corto periodo de tiempo he visto mayor descompensación entre una trama u otra pero claro, comporada con otras series es un claro ejemplo de serie compacta, porque no se estanca, fluye, las más con gran caudal y las menos pues eso, con un poco menos.

Grande tú por recomendárla en tu blog, es oro seriéfilo.