19 de julio de 2017

La muerte se lleva en la sangre



En abril de este mismo año se estrenaba en Channel 4 una miniserie llamada Born to Kill, un drama de 45 minutos sobre un adolescente huérfano de padre que comienza a tener actitudes un poco raras, extrañas y alejadas de la imagen de adolescente convencional y servicial al que tenía acostumbrado a su madre, una típica enfermera con poca personalidad y, al parecer, sumisa.

La serie se ve en un soplido, son solo cuatro episodios, y su duración hace de ella un placer que puede disfrutarse de una o dos sentadas. Básicamente es una película de 3 horas fragmentada en formato televisivo para adaptarse a, eso mismo, ser emitida de forma semanal.

Donde reside la novedad es en el tipo de historia que cuenta, ¿Es la psicopatía un rasgo hereditario? y ¿Puede pasar de padres a hijos, aunque los últimos no los hayan conocido?

Me pareció muy interesante el viaje a los infiernos del protagonista, Sam Woodford, y como su personalidad va descarrilando conforme pasan los minutos, casi de manera hipnótica, pero sin la impresión de ser nada acelerado. Cuidad con la carrera de Jack Rowan porque estoy seguro que va a empezar a trabajar en proyectos cada vez más importantes, su carisma y su interpretación son las que llevan el peso de la trama en casi todas las escenas de la miniserie.

Quizá el final no entraba dentro de mis expectativas, por lo previsible que resulta, hubiera preferido otro, pero no seré yo quien os spoilee, mejor podéis descubrir esta pequeña joya vosotros mismos.

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